El recorrido reúne obras que abordan diferentes formas de confinamiento y alienación, donde el cuerpo se convierte en el centro de una crítica incisiva a los mecanismos sociales, económicos y tecnológicos que lo modelan, vigilan o consumen. En estas piezas, el tránsito no implica movilidad libre, sino desplazamientos forzados, marcos opresivos y espacios donde la identidad se diluye o se instrumentaliza.
En Sujeto, objeto, Francisco Pradilla investiga la prostitución desde una doble perspectiva: Sujeto confronta al espectador con una secuencia de fichas policiales de personas arrestadas, imágenes tomadas de bases de datos públicas que despojan a sus protagonistas de individualidad. Objeto emplea Google Street View para recorrer lugares asociados con el ejercicio de la prostitución. La mecánica despersonalizada de la aplicación y la presencia recurrente de una silla vacía revelan una realidad marginalizada, donde el cuerpo ha sido borrado pero no su huella, y donde el espacio se transforma en un testimonio de abandono y violencia estructural.
Paul Destieu, en Fade-out, lleva al extremo la noción de desaparición. Una batería es sepultada lentamente bajo grava mientras sus partes resuenan en un ritmo cada vez más caótico y desvanecido. Este proceso técnico, registrado como sonido e imagen, es también una metáfora de desgaste sistémico, donde los impactos físicos y sonoros funcionan como eco de un cuerpo que se resiste a ser silenciado, pero que inevitablemente es absorbido por la inercia de su entorno.
Por su parte, Freedom Fries de Yoshua Okón, sitúa el cuerpo dentro de la lógica del consumo capitalista. En un McDonald’s convertido en escenario simbólico, una clienta ocupa el espacio como figura de una alienación encarnada. La pieza revela cómo la cultura corporativa enmarca y deshumaniza, proponiendo una lectura crítica de la libertad neoliberal como una ficción que explota el deseo y vulnera la agencia individual. El cuerpo, aquí, es evidencia y consecuencia de un sistema que se alimenta de su propia promesa fallida.
Estas obras abren una reflexión sobre los espacios que habitamos —físicos y simbólicos— y sobre cómo los sistemas de representación, vigilancia y consumo moldean nuestra percepción del cuerpo y de lo humano. Estas piezas denuncian las formas contemporáneas de silenciamiento, borramiento y sometimiento.
Texto de Rebeca M. Urízar