Esta muestra reúne tres obras que, desde distintas geografías, técnicas y sensibilidades, indagan en los rastros que dejan las violencias invisibilizadas —sociales, políticas y ecológicas— sobre el paisaje. Lejos de representar el territorio como escenario neutro, estas piezas lo entienden como un cuerpo atravesado, cargado de historia, trauma y resistencia.
En Desaparición en tres actos: Primer acto de Víctor Arroyo, el paisaje rural mexicano se vuelve testigo mudo de una ocupación violenta. A través de una mirada que dialoga con el romanticismo pictórico europeo, se superponen capas de historia, dolor y poder, revelando que la desaparición forzada y el control territorial operan también en lo estético, en lo que puede o no ser mostrado. En este primer acto, el luto se materializa en imágenes que son al mismo tiempo bellas y brutales, inscritas en un testimonio desgarrador que guía al espectador hacia lo casi indetectable: la transformación del territorio en espacio de duelo y silencio.
Intruders de Jan Locus plantea otra forma de ocupación: la colonización simbólica y ambiental del entorno natural. Utilizando imágenes de archivo de supuestos avistamientos OVNI —despojadas ya de su objeto misterioso—, Locus ofrece paisajes donde lo fantástico, lo animal y lo ausente convergen en una atmósfera inquietante. La muerte inexplicable de animales se convierte aquí en eco de una violencia ecológica, donde la intrusión humana se disfraza de mito para ocultar el deterioro real.
Por su parte, Acción para un río contaminado de Emma A Marty se sitúa en el umbral entre lo performático y lo documental, denunciando la contaminación silenciosa del río Aulencia en España. A través del cuerpo y el barro, Marty traza sobre el concreto una coreografía repetitiva y densa, que hace visible lo que habitualmente fluye sin ser percibido: los residuos de un sistema extractivo que se filtran en los cauces naturales. Aquí, el gesto es resistencia, y el paisaje intervenido se convierte en archivo vivo de una crisis ambiental sostenida.
Juntas, estas obras trazan una cartografía de lo que normalmente queda fuera del encuadre: la violencia estructural, la devastación ambiental y las formas persistentes del olvido. Una geografía de lo invisible, donde cada imagen, cada gesto y cada silencio revelan lo que persiste cuando ya no se puede ver.
Texto de Rebeca M. Urízar